martes, 5 de julio de 2011

Espinas

Soñando con un valle de espinas, descubrí que ellas serían las flores de mi vida.
Como el cardo que llama la atención de un ignorante, que sin saber de sus peligros, lo coge para ver de cerca sus hermosas cualidades. ¡Pobre de aquel iluso! Que creyendo encontrar una flor curiosa, encontró un picor incesante teñido de falacias y desastres.
Todo el mundo conoce las espinas hermosas, pues en la más humilde rosa, se encuentra escondida la más cruel espina. Y es así como todo aquel que se embelesa con sus pétalos, pierde la cordura y la certeza, de que bajo esa flor hermosa, existe un tallo plagado de crudeza.
Las mujeres somos las flores del mundo. Unas seremos rosas, otras seremos cardos, pero hay de aquel caminante que se pare a observarnos. Pues como todos los hombres, sólo ven lo más obvio, y no lo que verdaderamente importa; nuestros tallos y espinas.
Adoro mi valle de espinas, pues para mi es el verdadero, el que me hace sentir viva. Y si alguien se para y me mira, verá que no soy hermosa, pero aunque austera, al menos soy sincera.
Y es así como he ganado más batallas que la primavera, ya que en las demás estaciones, sus flores acaban dando un paseo, por mi valle de las lamentaciones.

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